Es esta acera a veces,
la que me lleva perdida,
la que me lleva perdida,
a observar mi reflejo
en enajenadas copas,
en enajenadas copas,
que nunca te sentirán.
Temo estas tardes sórdidas.
Y sus distancias creadas.
Y sus distancias creadas.
Y este calor que dificulta respirar,
que disfraza tu aroma;
que no hay locura que me refresque,
que me congele la boca,
como el sabor de tu nombre,
en mi lengua rota.
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