sábado, 17 de septiembre de 2011

La muñeca.

Miras tras tus ojos de rubí.
Intensos.
Sin tregua, ni regocijo.
De prístina figura y ampulosa sonrisa.
Eterna.
Indeleble.
Cosida y recosida. Jirones que se te escapan.
Desbocados. Irremediablemente.
Tatuada la impronta de fugaces abrazos.
Más que leves, lejanos.
Dulce aroma a magnolia y bergamota.
La niñez. Irreductible el peso del tiempo.

Se hace audible un "claro de luna".
¿Alguien ha visto mi muñeca de trapo?