martes, 25 de septiembre de 2012

Variación I.


El final de la noche
nos llevó a ese recodo
donde esperan las cosas perdidas.

Se nos fueron los años
en ausencias de tu piel sobre la mía.
Los dejamos ir.

Regálame otro beso clarividente,
de inocencia corrosiva
que me saque de este firmamento muerto.


Oriente.

Quisiera recorrer tu piel de especias
con la punta de los dedos,
amarrándote a mi ser,
con lazos indestructibles.

Quisiera correr hacia ti en plena noche,
partir para seguir buscándote,
en el desdoble de las sombras de los árboles,
en el fluir de las aguas,
en otros cuerpos y en otras almas.

Quisiera abarcar la profundidad de tus ojos ,
estertor dulce,
lengua irreverente abandonada a mi boca,
revivir ese delirio que viví contigo,
tan primero,
y que ahora es perversión,
doblegada a tus sentidos.

Quisiera dejar la puerta entreabierta a tus exilios,
que fueras mi tango,
que tu silencio no azotase mi sosiego.

A solas con mi deleite,
quisiera ser de ti.


De arena.


Me pregunto si tus hombros,
piel de arena,
sostendrían el peso de mi mundo.

Si la fortaleza de tu cuerpo eterno
me tornaría lo suficientemente leve
para habitar en tu ser,
ingrávida,
sin que te dieras cuenta.

Te abrazo,
como si nada estuviera esperándome,
por si el amor
 y las palabras con las que nos despedimos,
fueran hijos de la misma madre.

Muero suspendida en ti,
tu ausencia me duele,
ilimitadamente,
mientras tu luz me alimenta.


martes, 4 de septiembre de 2012

La línea.

Trepando por el interior de tu cuerpo desnudo,
te siento lejano,
cansado de causas perdidas.

Y este verano suicida,
evidencia lo que había tras la línea que no nos atrevimos,
ni supimos cruzar.
Me siento cobarde y lleno mis ojos,
de tu sonrisa y tu recuerdo,
para siempre,
te guardo,
dibujando tu ser con trazos de renuncia.

Extrañando sentir tu piel sobre la mía.