domingo, 25 de diciembre de 2011

Al reloj se le caen las horas
y mi lengua se retuerce sobre sí,
haciéndose cómplice de tus ausencias.

Los recuerdos son susurros rotos,
se hacen tenues, hasta desaparecer en un resquicio de memoria.
Como se pierde la montaña que la niebla muerde en lo alto.


Llévame contigo,
que la soledad madruga y se nos acaba el tiempo.

Llévame contigo,

que los sueños pesan poco.

Que no se los lleve el viento.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Nada.

La nada me espera; me espera la nada.
Yo mientras me extingo y mi cuerpo empequeñece y se empapa de agua de mil tormentas. Y busca ávido una luz. Una luz que penetre hasta la cuenca de los ojos, que fisure y resquebraje la tez de alabastro.

La nada me espera; me espera la nada.
Y mientras, la noche extiende su mano volandera por montañas y océanos. Y se hace puente. Puente que guía al lugar donde comienzan nuevos reinos.

Aprieto fuerte mi pluma que llora tinta, dejando detrás la nada, sintiendo cómo se agolpan las palabras. Y cómo se solapan. Y se funden. Y fundidas se hacen puente.

Ya no me espera nada.